Ya llegó el juego de los personajes. Como cada quince días, aquí está, esperando sus respuestas. Primero veamos qué paso la última vez. Los personajes elegidos fueron: Patricia Highsmith, Cleopatra, Los Brincos, Zuloaga y Hitchkock. Y acertaron: Mi condesita preferida, Freia (3), Adanero y un tal Sandunguero que entró con un ritmo de cuidado. Y ahora, llega el texto de esta edición:
Me llamo Juan Vargas y mi mujer Isabel Heredia. Somos gitanos por la gracia de Dios. Gitanos catalanes. Dicen que los gitanos procedemos de la India. A mi me gustaría que nos dieran la Independencia y se dejaran de chorradas. Lo mismo que pasó con el Pakistan, Croacia o Bangladesh, podía ser: Gitalandia.
Tenemos una hija y tres hijos. Vivo a treinta kilómetros de la ciudad de Barcelona, en una masía. Mi hija, Montse, es lesbiana pero lo prefiero así no tendrá que llegar virgen a nada, yo la elogio porque es libre aunque sea tortillera. Joan, mi último hijo llegará lejos, es un tío listo, ya es candidato a presidente de su comunidad de vecinos y su padrino, como sabe escribir y juntar las letras perfectamente, le dice: Chaval, tu llegarás a la Real Academia. Tiene guasa, ahora es pintor, de brocha gorda claro, y es buen profesional, lástima que sea un poco alcohólico, le gusta hasta el aguarrás. En las tabernas se encuentra como pez en el agua, mejor que pintando una casa. Es un poco daltónico y confunde el rojo con el verde, pero por lo demás es perfecto.
Mi segundo hijo, Christian, no es mal chico, tiene pasión por los santos y los ángeles, sólo que cometió un asesinato, su prima Frida, que no le hacía caso y un día se cansó, la miró y la degolló. Y no es que fuera mala persona la asesinada, pero tenía carácter y mi hijo por ahí no pasa. Y ahora está en la cárcel, porque le denunció la madrastra de la chica que no respetó la ley gitana del silencio. Pobrecillo.
El último, Mario, es un deportista. Me ganó una medalla de oro en una carrera de cojos. Sólo que es un poco raro, su ídolo es Mahatma Gandhi, dice que quiere estudiar y que va a ser actor de cine, como el Bardem ese, que también es agitanao. Le gustan mucho Orson Wells y Peter Ustinov y quiere parecerse a ellos. Será porque pesa ciento treinta kilo.
Solo falta por presentarles a mis dos perros y a sus cachorros, pero eso lo haré otro día, que estoy cansado de tanto escribir.
Como quiera que mis ocupaciones varias y honestas no me dejan estar de seis a diez entre ustedes, he programado la entrada para la hora de siempre, pero he dejado a mi lugarteniente preferida, la gran Augusta, como dueña del pastel. Así es que, entiéndanlo, la afición me reclama por otro lado, y aunque sé que no podrá suplirme en cuerpo y alma, estoy convencido que la gran Augusta les va a animar el cotarro. Y nada más, pórtense bien que cuando venga no quiero que haya funcionado la motosierra y me hayan puesta perdida la casa. ¡Compórtense que Kabila es decente! y ¡Ánimo y al ataque!
Salud y República